sábado, 8 de marzo de 2025

Hábitos nocivos para el cerebro

Todos hemos recibido suficiente información (básicamente de internet especialmente por las Redes Sociales) sobre lo que es negativo para el funcionamiento de órganos vitales como el corazón, el estómago o el hígado, no obstante, hay muchos hábitos cotidianos en apariencia inocuos que afectan de manera muy determinante a nuestro cerebro.

En algún momento, todos hacemos cosas que sabemos que no debemos hacer, como tomar unas cuantas copas de más, comernos otro postre, fumar o saltarnos el gimnasio. Somos más o menos conscientes de que estas decisiones pueden afectar a la salud de nuestro corazón, intestino, riñones, hígado, pulmones, músculos y articulaciones, entre otras cosas.

Sin embargo, algunos de nuestros malos hábitos cotidianos pueden pasar factura directamente a nuestro cerebro. No estamos hablando del abuso del alcohol o el consumo de drogas ilegales, que son los más comentados, sino de otros hábitos aparentemente inofensivos. Por ejemplo, la pérdida de sueño puede ser a la larga una causa de demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer. Consumir comida basura puede afectar a la capacidad de aprender y provocar depresión. 

Lo peor de estas conexiones entre hábitos y enfermedad es que son una trampa: una vez el tejido cerebral está dañado, es más fácil que se repita esa conducta. Por ejemplo, las personas con depresión cada vez tienen menos ganas de moverse, aunque el ejercicio es una de las mejores formas de combatir esta dolencia.

Los párrafos precedentes son como la "luz roja" que deberían ponerte sobre aviso. Ahora, llegó el momento de moverse, y entrar al siguiente nivel, en otras palabras, ir tras los hallazgos científicos que nos alertan sobre la erradicación de los hábitos que atentan contra la salud de nuestros cerebros, lo cual inicia desde el mismísimo párrafo que sigue.

Previa investigación exhaustiva de un tema tan trascendental, y respondiendo a una compilación muy detallada, se expone a continuación una lista de algunas de las conductas cotidianas aparentemente inocuas que pueden afectar seriamente al cerebro, aclarando que el orden en que se expusieron no necesariamente referencia escala de importancia; los titulares del índice adjunto te dan una visión de los aspectos importantes de este tema:

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1. Saltar el desayuno

El desayuno es esencial para reponer energía después de la noche. Saltárselo puede afectar la concentración y la memoria.

El cerebro necesita glucosa para funcionar correctamente.

El desayuno te proporcionará los nutrientes necesarios para tener energía y comenzar a el día activo. Comer los alimentos adecuados harán que tu cerebro funcione. De lo contrario, éste se encargara de mandar señales de emergencia para tener "combustible"; trayendo como consecuencia enfermedades graves como: obesidad, colesterol alto, diabetes e incluso el peligro de sufrir convulsiones.

Alimentos adecuadamente en el desayuno significa que el cerebro funcione. De lo contrario, se encargará de mandar señales de emergencia para tener "combustible"; trayendo como consecuencia enfermedades graves como: obesidad, colesterol alto y diabetes.

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2. Acostarse a dormir muy tarde que incide en no dormir los suficiente

Dormir tarde interrumpe el ciclo circadiano, elimnando la posibilidad de un sueño de calidad y esto tiene un impacto directo en la energía mental, la memoria, el aprendizaje, las capacidades cognitivas y el estado de ánimo.

Se recomienda dormir entre 7 y 9 horas para mantener un cerebro saludable.

Necesitamos ocho horas de sueño por noche para que el cerebro descanse, a fin de que los procesos metabólicos se lleven a cabo correctamente con la energía resultante producida, así como para la renovación celular. Privarse del sueño acelera la muerte de las células cerebrales a corto plazo, y te mantendrá cansado y de mal humor durante todo el día.

Pero para muchos puede resultar una utopía. Menos de seis horas de sueño pueden producir un deterioro de la atención, la memoria de trabajo, la consolidación de recuerdos, la alerta, el juicio, la toma de decisiones y muchas otras funciones.

Cuando el insomnio se convierte en crónico, los fallos en la memoria y en el procesamiento del cerebro pueden llegar a hacerse permanentes, y aumentar el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

Obsesionarse con dormir más puede ser incluso contraproducente. Lo más efectivo es crear las rutinas y el entorno adecuados para que el sueño llegue por sí solo.

No dormir lo suficiente acelera la muerte de las células cerebrales a corto plazo, y te mantendrá cansado y de mal humor durante todo el día.

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3. Alto conzumo de azúcares, panes, pasta, y otros edulcorantes

El exceso de azúcar y carbohidratos refinados puede dañar las funciones cognitivas y aumentar el riesgo de enfermedades como la diabetes, que impcta negativamente el cerebro.

Los antojos de azúcar son una forma en la que nuestro organismo busca automedicarse frente al estrés. Sin embargo, tomar demasiada azúcar provoca altibajos en los niveles de glucosa en sangre, lo que agrava la situación, produciendo mal humor, depresión, ansiedad y un mayor riesgo de enfermedades neurodegenerativas. 

El consumo excesivo de azúcar provoca altibajos en los niveles de glucosa en sangre. Estos altibajos pueden producir mal humor, depresión, ansiedad y un mayor riesgo de enfermedades neurodegenerativas.

En el caso de los edulcorantes, éstos provocan ansiedad, estrés y estimulan en exceso el funcionamiento de las glándulas suprarrenales. Aunque se suele sustituir el azúcar común por edulcorante por la creencia de que es más saludable, lo cierto es que, a largo plazo, no hay mayor diferencia entre uno y otro, pues ambos afectan las capacidades cognitivas como la memoria y el aprendizaje, además de que sobreexcitan la ansiedad.

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4. Usar gorro, bufanda o calcetines, mientras usted duerme.

Cubrirse demasiado durante el sueño puede alterar la temperatura corporal, interrumpiendo el descanso y afectandom la concentración al día siguiente.

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5. Bloquear o contener la orina

Contener la orina genera presión en la vejiga y aumenta el estrés, l que puede interferir con el descanso y afectar l función cerebral.

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6. Comer en exceso, particularmente carnes rojas.

Comer alimentos que el cuerpo no necesita provoca una acumulación de sustancias residuales en forma de grasas y endurecimiento de las arterias cerebrales, lo que afecta su correcto funcionamiento.

Un alto consumo de carnes rojas procesadas puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, lo que afecta la circulación sanguínea al cerebro.

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7. Evitar salir y encerrarse en su casa

La falta de sol y actividad social puede afectar el estado de ánimo y la salud cerebral. ya que el sol es vital para la producción de vitamina D y la interacción social estimula el cerebro.

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8. No hacer ejercicios ni participar en ejercicios grupales.

El ejercicio mejora la circulación cerebral y las interacciones sociales fortalecen las habilidades cognitivas.

No hacer ejercicio o aislarse puede disminuir la función cerebral.

La revista Neurobiology of Aging nos menciona que hacer ejercicio por lo menos tres días a la semana mantiene el cerebro bien estructurado y acelera su funcionamiento.

Por otra parte si no realizas alguna actividad física, ese órgano se va haciendo viejo y corres más riesgos de padecer alguna enfermedad cerebral.

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9. Soledad

El cerebro evolucionó para ser capaces de trabajar en equipo y sobrevivir. De allí no es de extrañar que la falta de socialización tenga efectos tan devastadores en la salud del cerebro.

Para muchas personas dejar de frecuentar a sus amigos o no hacer nuevas amistades se va infiltrando en sus vidas, ignorando que tal modo de vida es totalmente contraproducente. La soledad afecta negativamente la salud mental.

Los especialistas advierten que la soledad y el aislamiento social están vinculados con la atrofia cerebral, especialmente en regiones relacionadas con la memoria y cognición, como el hipocampo y la corteza prefrontal.

Los vínculos sociales estimulan el cerebro, mejoran la memoria y reducen el riesgo de enfermedades cerebrales.

De hecho, durante la pandemia quedaron comprobados los efectos del aislamiento en nuestra salud mental y nuestra capacidad de socialización.

Los expertos están empezando a descubrir que las secuelas psicológicas dejadas por la pandemia de Covid y que están relacionadas con la falta de conexiones sociales. Relacionarse con los demás estimula la neuroplasticidad, es decir, la creación de nuevas conexiones y nuevas neuronas en el cerebro, prolonga la vida y protege contra las enfermedades neurodegenerativas. Los estudios también han encontrado que el aislamiento aumenta el riesgo de padecer un infarto cerebral. 

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10. Estar quejándose de todo.

La actitud negativa y el estrés constante dañan el cerebro.

Practicar la gratitud y el optimismo puede mejorar la salud cerebral y reducir el deterioro cognitivo.

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11. Fumar

El terrible hábito de fumar reduce considerablemente la materia cerebral y el suministro de oxígeno al cerebro. Se ha demostrado que promueve la aparición de enfermedades neurodegenerativas como el Alzhéimer.

Además, las aminas heterocíclicas que se liberan durante la combustión del cigarrillo interfieren con la replicación correcta del ADN, causando mutaciones que dan lugar a células cancerosas.

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12. Exponerse frecuentemente a ambientes contaminados

El cerebro necesita un suministro constante de oxígeno, pero diferentes sustancias tóxicas podrían interferir con el intercambio de gases, transporte y procesamiento de oxígeno hacia las células, lo que reduce la eficiencia cerebral.

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13. Ingesta de alcohol

El alcohol no aporta nutrientes para el organismo, solo es una fuente extra de calorías para nuestro cuerpo, y junto al cigarrillo, una de las sustancias más adictivas y nocivas para el ser humano. Además de los conocidos efectos perjudiciales del consumo excesivo de alcohol para nuestro sistema digestivo, ejerce también una influencia bastante negativa para el órgano cerebral.

El alcohol puede arruinar tus órganos, principalmente el sistema nervioso, el hígado y el corazón. Impacta las reacciones químicas que tienen lugar en el cerebro.

El consumo de alcohol afecta la memoria, el habla, el juicio y el equilibrio.

En principio, el alcohol afecta la zona prefrontal de nuestro cerebro, que es el área que controla las funciones de acción y ejecución, como el desarrollo de estrategias, las ideas, la planificación, la memoria de trabajo o de aprendizaje, la atención selectiva y el control de la conducta. También puede provocar la alteración de otras áreas relacionadas al comportamiento y las funciones motrices. Por otra parte, resulta evidente que el alcohol influye negativamente al cerebro ya que produce los dolores de cabeza bien conocidos como “resaca”, causa mareos, altera la actitud, desequilibra el estado de ánimo y produce pérdidas de memoria momentáneas. Aunque estos efectos desaparecen en horas, si se bebe alcohol en exceso puede dañar permanentemente las funciones cognitivas.

Además, se ha demostrado además que el consumo de alcohol afecta el cerebro adolescente ocasionando "fallas irreversibles" en el desarrollo del sistema nervioso.

Finalmente, aunque el mito de que el alcohol “mata” neuronas no es cierto o al menos no ha sido comprobado, la realidad es que sí las deteriora, puesto que influye en la conexión entre las neuronas reduciendo la velocidad con la que se transmiten los impulsos nerviosos y además menoscaba las dendritas en ellas, encargadas de transmitir información al cerebelo; todo esto puede producir otras condiciones negativas para el órgano, como la atrofia cerebral. Y, si el hígado, afectado por el alcohol, no filtra las toxinas apropiadamente, estas pueden dirigirse al cerebro y ocasionar una encefalopatía hepática.

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14. Estrés y violencia

Se sabe que el estrés provoca varias reacciones al sistema nervioso, algunas de las cuales reducen la capacidad mental y también aumentan el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular y ataques cardíacos.

En este sentido, atravesar un estrés crónico eleva los niveles de cortisol, una hormona que en exceso puede ser neurotóxica. Y estudios científicos comprobaron que pueden llevar a la atrofia del hipocampo.

"El estrés crónico también se ha asociado con un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental, como depresión y ansiedad", explica una publicación del Instituto de Neurociencias Aplicadas.

Los daños causados no solo afectan a la capacidad de formar y retener nuevos recuerdos a corto plazo, sino que también están asociados con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas.

El estrés provoca varias reacciones al sistema nervioso, algunas de las cuales reducen la capacidad mental y también aumentan el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular y ataques cardíacos.

La activación cerebral tan grande y tan constante provoca un amplio desgaste emocional y cognitivo y produce niveles de ansiedad muy elevados, por lo que serán incapaces de controla la ansiedad cuando son adultos.

El estrés crónico puede destruir neuronas y reducir la corteza prefrontal, el área responsable de la memoria y el aprendizaje. Un importante desencadenante de estrés para los adultos mayores es la actitud de "todo a mi manera o nada". "Esta mentalidad de altas expectativas puede desencadenar reacciones negativas que aumentan los niveles de estrés cuando las cosas no salen como uno quiere".

Respecto a la violencia, un estudio de la Universidad de Londres encontró que el cerebro de los niños maltratados aprende a protegerse y se vuelve hipervigilante, queda en constante alerta, expectante y activo, tratando de encontrar casi de manera continua signos potencialmente peligrosos o amenazantes.

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15. Falta de estímulos mentales y ejercicio

Leer un libro o trabajar a través de una búsqueda de palabras para estimular tu cerebro aumenta la capacidad de aprendizaje y la memoria, así como el tiempo de reacción a los estímulos. Lo mismo ocurre cuando se practica actividad física.

Por tanto: "Lea mucho, aprenda algo nuevo, resuelva crucigramas o sudokus, ... mueva sus neeuronas".

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16. Vivir en la oscuridad

Es bien conocido el síndrome de la depresión estacional que afecta a muchas personas en los países del norte, que reciben menos horas de luz natural a lo largo del año. En efecto, los estudios han comprobado que si no obtenemos suficiente luz natural, especialmente en las primeras horas del día, aumenta el riesgo de depresión y empeora los síntomas a quienes la padecen. La falta de exposición a la luz del día también impide dormir bien por la noche, multiplicando los daños.

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17. Consumir demasiadas noticias (particularmente las negativas)

La exposición constante a noticias negativas que producen ansiedad pueden dañar el cerebro. Estas noticias activan la amígdala, la parte del cerebro donde reside el miedo y la respuesta a las amenazas, es decir, la respuesta de luchar o huir. Estar constantemente en estado de alerta produce inflamación crónica, que es una de las principales causas de las enfermedades neurodegenerativas y los trastornos depresivos.

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18. Escuchar la música demasiado alta

Los auriculares te permiten disfrutar en privado de tu reggaeton favorito y son una bendición para las personas que te rodean. Sin embargo, hay que tener cuidado con el volumen. La música demasiado alta produce daños en el oído y pérdidas de audición, y a su vez esto provoca pérdidas de memoria y puede contribuir a la demencia. 

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19. Demasiadas horas delante de una pantalla

Estar todo el día mirando pantallas, la del ordenador en el trabajo, la de la televisión en casa, y la del móvil el resto del tiempo, no solo aumenta el riesgo de depresión y ansiedad, sino que afecta físicamente al cerebro. Pasarte el día en Instagram reduce la materia gris y la materia blanca (las conexiones entre neuronas) en el lóbulo frontal, donde se produce el pensamiento racional y lógico.

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20. Pasar el día sentados

Las personas que viven en sociedades modernas pueden pasar entre 10 y 16 horas al día en una silla, lo cual puede afectar gravemente a las capacidades cognitivas. El movimiento es necesario para el correcto funcionamiento del cerebro, especialmente para el pensamiento lógico y deductivo. El ejercicio produce un aumento de BDNF (factor neurotrópico derivado del cerebro) la molécula que hace que se formen nuevas conexiones y neuronas.

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21. Falta de pensamientos estimulantes

Pensar es la mejor manera de entrenar nuestro cerebro, pero falta estimulación cerebral, los pensamientos pueden provocar una contracción del cerebro.

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22. Cabeza cubierta mientras duerme

Dormir con la cabeza cubierta aumenta la concentración de dióxido de carbono y disminuye la concentración de oxígeno, lo que puede provocar efectos dañinos para el cerebro.

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23. Hablar raramente

Las conversaciones intelectuales promoverán la eficiencia del cerebro.

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24. Consumo excesivo de café

La cafeína es un alcaloide que produce cambios químicos en el cerebro, ya que tiene un efecto estimulante que altera directamente al sistema nervioso al inhibir la adenosina, la sustancia responsable de que percibamos el cansancio. Aunque no es ningún mal beber café antes del trabajo o las clases para ayudarnos a estar concentrados, lo ideal es reducir al mínimo la cantidad de café que bebemos diariamente, pues como todo lo anterior, abusar de la cafeína perjudica nuestro cerebro. Algunos de los efectos que puede causar el exceso de cafeína son los dolores de cabeza, alteraciones en el humor, ansiedad, agitación o sobre-estimulación, confusión y trastornos del sueño. Aunque en una primera instancia la cafeína nos despierte y estimule las funciones cerebrales, el abuso en el tiempo puede producir adicción y disfunción en la actividad cerebral que nos impida de forma natural ir a trabajar, estudiar o cualquier otra actividad cuando no consumimos dicha cafeína.

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25. Grasas saturadas

Grasas saturadas o grasas malas son uno de los alimentos que no deben ser nada frecuentes dentro de la dieta. Su consumo periódico y en poca cantidad no resulta perjudicial, pero si por el contrario se consume constantemente y/o en exceso, estas grasas no afectarán solamente el peso y el colesterol, perjudicando al corazón sino que también pueden influir negativamente en la salud de nuestro cerebro.

Las grasas saturadas se encuentran mayormente en la comida basura o también llamada comida rápida o comida chatarra, en las frituras y en productos provenientes de pastelería, entre otros. Las grasas saturadas e hidrogenadas presentes en estos tipos de alimentos desequilibran los niveles de azúcar en la sangre, generando, por lo tanto, cambios en el estado de ánimo y ansiedad. El exceso de este tipo de comidas también puede generar cansancio general en el organismo, o por el contrario, un subidón energético que se mantendrá por un tiempo para luego descender bruscamente.

La comida basura se relaciona frecuentemente con problemas de tipo cognitivo, tales como la agresividad, la irritabilidad y la hiperactividad y ansiedad mencionadas anteriormente. Por otra parte, el consumo de este tipo de comidas puede perjudicar también las proteínas del cerebro (dando lugar a que se formen proteínas de forma inadecuada que pueden provocar enfermedades neurodegenerativas), igual que los azúcares refinados, lo cual influye en condiciones tales como la depresión.

Las grasas trans, por otra parte, son consideradas negativas para la salud cerebral ya que podrían aumentar el beta-amiloide, una proteína que se encuentra entre las causantes de la enfermedad del Alzheimer debido a que es la responsable de la formación de placas amiloides. Además, el consumo constante de grasas trans afectan la memoria verbal y perjudican las capacidades cognitivas ralentizando los reflejos y la respuesta cerebral ante los estímulos. También, recientes estudios confirman que este tipo de grasas aumentan el riesgo de sufrir derrames cerebrales.

Entre las grasas saturadas que más afectan la salud cerebral se encuentran las frituras, que si bien son sabrosas y un tentempié que ayuda a aliviar los antojos, no deben ser constantes en nuestra alimentación, pues aumentan los niveles de colesterol que a su vez afectan a las arterias y vasos sanguíneos que conducen el oxígeno al cerebro, lo cual finalmente perjudica al órgano cerebral mediante enfermedades como la enfermedad cerebro vascular isquémica. Por otra parte, a largo plazo las frituras terminan por destruir las neuronas, disminuyendo nuestras capacidades de aprendizaje y memoria.

El consumo excesivo de comida rápida como hamburguesas, perros calientes y demás tienen una alta peligrosidad para nuestra salud general, incluyendo la salud de nuestra mente. El fácil acceso a este tipo de comidas es lo que hace que con frecuencia esté incorporada a la dieta de la mayoría de las personas que en medio de la ajetreada rutina requieren de un almuerzo o cena rápida, sin embargo lo ideal es buscar otras alternativas, ya que el ingerir este tipo de alimentos ocasiona cambios químicos en nuestro cerebro que pueden provocar adicción, además de que al afectar la producción de dopamina, el neurotransmisor responsable de mantener el equilibrio en nuestro estado de ánimo, con frecuencia llegan causar ansiedad y depresión.

No niego que el tema abordado, por exhaustivo se hizo muy extenso, empero, tampoco pongo en duda que hayan sido abordados todos los factores nocivos al cerebro, quedando excluídos posiblemente algunos que no estuvieran mencionados en las fuentes consultadas.

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Referencias

Esta información tiene un carácter meramente informativo. Para obtener asesoramiento o diagnóstico médicos, consulta a un profesional.

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Créditos bibliográficos

https://www.infobae.com/ 🏹

https://psicologos.org.es/ 🏹

https://www.medicoverhospitals.in/ 🏹

https://www.clarin.com/ 🏹

https://www.eldiario.es/ 🏹